::El Básquet de Victoria::

8.11.07

¡¡¡VI-CAMPEÓN!!!

¡Éxtasis! Por segundo año consecutivo en la misma cantidad de temporadas en la Liga de Tres de Febrero el Club Victoria volvió a coronarse campeón de Primera División y nuevamente deja su división, en este caso la B, siendo el mejor equipo sin discusión alguna. Un mismo rival y una final que se diferenció de la anterior por su emotividad e incertidumbre hasta la chicharra de cierre. Un tercer partido vibrante que se definió por el oficio que supo emplear Victoria en el último parcial, imponiendo carácter, convicción y ganas por sobre la autoestima elevada de un Independiente de Escobar que se creyó con todo cuando nunca tuvo nada.
La algarabía inundó otra vez los corazones de las decenas de personas que en La Fortaleza pudieron ver la coronozación de un equipo que no sabe de derrotas, que se mantuvo al tope de la tabla de principio a fin y que supo sobreponerse a sus tres únicos tropiezos en todo el año, dejando en claro y eliminando duda alguna de que fue el mejor se su división... lejos.

El partido
Tras un fin de segundo juego cargado de tensión luego de que un doble casi venciendo la chicharra devolviera a la vida a Independiente de Escobar en un suplementario que les daría la igualdad en la serie final, quedaba sembrada la duda de cómo reaccionaría cada conjunto tras esa inyección anímica. Por un lado la de la visita que quería revancha e iba a buscarla y por el otro, el local, que con la sed que da saber lo que es festejar no quería quedarse con las ganas.
En primera instancia, fue Independiente quien tomó las riendas del juego. Podría decirse que fue un calco, una prolongación en el tiempo de los últimos cinco minutos en Escobar: dominio, serenidad y certeza en los tableros por parte de la visita.
Así se mantuvo la tendencia durante el segundo cuarto, al ritmo en que los espectadores locales quedaban impávidos al ver el dominio sobre el terreno de los del frente.
El segundo tiempo dejó lo mejor de la serie. Este tercer período representó el cielo y el infierno de un deporte absolutamente impredecible, lo cual lo convierte en maravilloso desde el momento mismo de su concepción.
La visita comenzó a manejar los hilos del juego y del marcador con mayor fluidez en simultáneo con el crecimiento de una confianza que, en ciertos aspectos tiene un contrasentido, pues como puede generar ímpetu para sí y seguridad ante el rival -lo cual promueve el respeto-, puede lograr asimismo, apaciguamiento por saberse superiores -al menos durante ese trámite- y la posterior reacción de quien esté en frente al notar -si es inteligente- la pasividad de su rival.
Esto último fue lo que Victoria no desaprovechó en el instante en que notó que Independiente, al alcanzar el tope máximo del partido de 13 puntos de diferencia, creyó tener el partido en el bolsillo.
Por eso, el exceso de confianza o creer durante el trámite mismo de un juego que todo está terminado antes de tiempo es un fatal error. Es posible que sea una cualidad propia del ser humano que aprende este tipo de cosas al experimentarlas. Allí es que resalta el oficio de Victoria, un oficio que da años y años de experiencia y de partidos encima. De allí que los nuestros nunca bajaron los brazos y dieron el partido por perdido. Por el contrario y luego de preservar por acumulación de faltas a algunos jugadores, puso toda la carne al asador.
Es importante destacar que hasta este momento -13 puntos abajo en el marcador ingresando a los últimos 10 minutos- nunca el partido estuvo falto de emoción, por eso todo lo que llegó después fue un valor agregado.
Concentración contra desepero. Ganas frente a temores. Inteligencia ante nerviosismo. Enfrentamientos que subyacieron a los cinco de un lado y cinco del otro de un partido de básquet normal, en simultáneo con las pentraciones, los triples, los simples y el movimiento de balón que propuso Victoria en ese último cuarto pleno de lucidez.
El tiempo pasaba y el título estaba ahí nomás. Luego de una remontada que enorgullecería al menos conocedor de este deporte quien se daría cuenta de la voluntad puesta en ese lapso con sólo verlos correr, defender, gritar, alentarse, faltaba aún sufrir un poquito más.
El destino -cómplice algunas veces aunque casi siempre impredecible-, le dio la posibilidad a la visita, con dos lanzamientos libres a falta de un par de segundos en el reloj y una cacheteada posterior ante el yerro también del segundo libre tirado, de emparejar un partido y una serie que ya debía haberse cerrado antes. Pero en este caso, el destino a veces también es injusto, aunque claro, ésta fue una excelente excepción.
Fue así como el histórico estruendo del chillido de la bocina del Club fue más bienvenido que nunca y las lágrimas, las sonrisas, los abrazos y las gargantas dieron rienda suelta a ese grito y a la consecuente sensación que sólo siente aquel que clama alguna vez esa hermosa palabra: ¡¡¡VICTORIA CAMPEÓN!!!
Felicitaciones y muchas gracias... Sólo eso -que resume todo- para un equipo que siempre creyó en sí mismo, que estuvo bien acompañado a todo momento y que nunca dejó de pensar que había un peldaño por subir en esta escalera a la gloria, la misma que por segundo año consecutivo no deja descansar triunfantes sobre ella pero que ojalá, el próximo año, no nos abandone en el camino hasta alcanzarla. La próxima metA.

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