El título prefiere esperar...
Diferentes son los motivos por los cuales hoy no mencionamos un triunfador (evitamos, por cábala, nombrar "esa palabra"). Nuevamente, al igual que en la semifinal, la ansiedad de querer terminar todo de una vez nos jugó una mala pasada y a partir de esto, nunca Victoria en el juego estuvo al frente en el marcador.
La constante sería ir de atrás, remontando puntos tras puntos y remando arremetidas locales producidas por errores nuestros. Así, en cuatro o cinco pasajes del partido en los cuales la confianza por alcanzar la vanguardia del marcador siempre estuvo, no así la concentración necesaria en esos momentos para plasmarlo en cancha.
No se puede objetar que se dejó todo. A pesar de algunas falencias en el juego la defensa de Victoria siempre incomodó al rival que casi nunca pudo imponer un juego estacionado o basado en sus jugadores principales. En este caso, oportunos lanzamientos de tres, algunos contraataques y principalmente los tiros desde la línea -que los nuestros tampoco supieron aprovechar- fueron las virtudes que le dieron a Independiente de Escobar no solo su primer triunfo frente a Victoria en la temporada sino la posibilidad de igualar la serie final.
De todas maneras, esto no representa en absoluto un síntoma de bajo rendimiento ni actitud. En el equipo es clarísimo que el triunfo en el próximo juego tiene favoritismo local y que este traspié solo tiene que asimilarse como un llamado de atención a reajustar aquellas cosas que no se hicieron bien en este segundo juego y aplicar las tantas otras que sí se vieron para llegar a esta instancia. Nuestra Primera perdió tan solo cuatro partidos en el año y tiene muy claras sus virtudes y limitaciones, por lo cual esta situación si bien nunca la ha vivido, tiene la madurez para afrontarla.