Victoria, un sentimiento
uego con la camiseta de su club amado, sea del deporte que sea, ha sufrido la extraña sensación de ambiguedad al salir de ella y tomar posición desde un costado. Esta transición de jugador a hincha -o viceversa, porqué no- pone al ser deportivo en una de las dicotomías más dificiles de dilucidar para aquel que lleva en la sangre representar su institución ¿Es más dificil ser hincha que jugador o este sufre más por estar dentro? ¿Se pueden complementar?

