::El Básquet de Victoria::

5.12.05

Un hecho sin conciencia

En cualquiera de los deportes la imagen del árbitro tiene una importante relevancia para el desarrollo del juego. En ocasiones y según de qué actividad se trate se los relaciona directamente con una actitud de soberbia y hay quienes buscan -y llegan- a obtener mayor preponderancia que los propios jugadores, en todos los casos, los únicos protagonistas. La situación actual del arbitraje en general evidencia claramente el problema. La determinación que han tomado los árbitros de Capital no hace más que ratificar esta tendencia.
Cuando no se cumplen con las normas que se establecen desde un principio y más aún si el quiebre en las relaciones se realiza en silencio y con vanas excusas enfundadas en cuestiones poco probables y con fines desconocidos, la situación supera la falta de respeto, no hacia la entidad y ni siquiera hacia los directamente perjudicados, sino hacia la esencia misma del deporte. Justamente en el básquetbol, una disciplina modelo glorificada en los últimos Juegos Olímpicos.
Esto queda claro si nos basamos en el Espíritu Olímpico, el mismo que desde hace más de un siglo reza por la orientación a revalorizar el deporte como valor en sí. El deporte exige la competición como su elemento vital de superación, pero la confrontación no debe trasladarse desde la cancha al ámbito de la propaganda política. Lo más importante debe ser la difusión de la bondad del deporte como forma de desarrollo de un buen paquete de virtudes humanas.
Nadie -y me hago cargo de la generalización de nadie- desea o avala desde ningún punto de vista que un juez sea lastimado ni mucho menos. Eso esta claro. Sin embargo, nadie cree que la suspensión de un torneo que nuclea a más de 10.000 competidores sea tampoco la solución. Carece de toda comprensión a la hora de establecer prioridades. Ni una ni otra: hay que matizar en vez de condenar.
Cabe recordar dos cosas fundamentales a esta determinación:
a) Restaba jugarse la parte más importante del torneo -las finales- a falta de tan solo un mes de competencia y con una advertencia de por medio como lo fue la suspensión de una fecha días atrás. La idea de hacer abrir los ojos con una medida así fue aplaudida desde distintos sectores por su oportunismo;
b) Dejaron sin actividad tanto a jugadores y cuerpos técnicos como a todo lo que rodea el mundo del básquet en la Capital Federal incluyendo a los aficionados, los cuales en muchos casos son padres y justamente quienes por lo general toman la responsabilidad de juntar el dinero para los árbitros.
Hoy ya no hay vuelta atrás. La Federación ha resuelto cortar definitavemente relaciones con las Asociaciones de Árbitros al punto de ordenar por medio de la justicia el desalojo de las instalaciones. Todo parece una medida para desligarse de este lamentable circo que han armado todos ellos -nadie excede de culpas- y desde luego tendrán en mente ya posibles soluciones para no permitirse que esta situaciones se les sigan yendo de las manos. Estos hechos sin conciencia los venimos padeciendo hace bastante, los perjudicados seguimos siendo los mismos y a pesar de todo nadie aprende del error.
A ver si les podemos dejar una enseñanza tal y como se lo propuso el Barón Pierre de Coubertín cuando puso en práctica más de 100 años atrás su utopía acerca del deporte como primera prioridad: "Por encima del espectáculo, el espíriu deportivo debe calar en los ciudadanos para valorar el espíritu de superación, el ejercicio de equipo y, sobre todo, que el deporte no es un fin en la vida sino un medio para favorecer el bienestar de la persona en la dura tarea de realizar sus objetivos."
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